martes, 12 de abril de 2011

Una Lección de Amistad

Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas.
El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy  limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.

El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.

Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano.
- ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano?
A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos.
- ¿Por  qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?

Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir.

Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba.
En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.

Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.

El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.

El escarabajo aprendió varias lecciones ese día. La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo.
También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas.
Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan. Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él. 

El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.
Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza.
          
Marta Franco Pérez

Los tres Árboles

Había una vez tres árboles en una colina de un bosque. Hablaban acerca de sus sueños y esperanzas y el primero dijo:

"Algún día seré cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y piedras preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos. Todos verán mi belleza".

El segundo árbol dijo:

"Algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré a los más grandes reyes y reinas a través de los océanos, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza y mi poderoso casco".

Finalmente el tercer árbol dijo:

"Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los árboles en el bosque. La gente me verá en la cima de la colina, mirará mis poderosas ramas y pensarán en el Dios de los cielos, y cuán cerca estoy de alcanzarlo. Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me recordará".

Trás unos años de oración para que sus sueños se convirtieran en realidad, un grupo de leñadores vino donde estaban los árboles.

Cuando uno vio al primer árbol dijo: "Este parece un árbol fuerte, creo que podría vender su madera a un carpintero", y comenzó a cortarlo. El árbol estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en cofre para tesoros.

El otro leñador dijo mientras observaba al segundo árbol:
"Parece un árbol fuerte, creo que lo podré vender al carpintero del puerto". El segundo árbol
se puso muy feliz porque sabía que estaba en camino a convertirse en una poderosa embarcación.

El último leñador se acercó al tercer árbol, este muy asustado, pues sabía que si lo cortaban, su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces: "No necesito nada especial del árbol que corte, así que tomaré éste", y cortó el tercer árbol.
Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida para animales, y fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal pues eso no era por lo que tanto había orado.

El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesto en un lago. Y vio como sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes habían llegado a su final.
El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega.
Años más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas por las que tanto habían orado. Entonces un día un hombre y una mujer llegaron al pesebre. Ella dio a luz un niño, y lo colocó en la paja que había dentro del cajón en que fue transformado el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebé, pero este cajón debería serlo. El árbol sintió la importancia de este acontecimiento y supo que había contenido el más grande tesoro de la historia.

 
Años más tarde, un grupo de hombres entraron en la balsa en la cual habían convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la barca. Mientras ellos estaban en el agua una gran tormenta se desató y el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvar a los hombres. Los hombres despertaron al que dormía, éste se levantó y dijo: "¡Calma! ¡Quédate quieto!" y la tormenta y las olas se detuvieron. En ese momento el segundo árbol se dio cuenta de que había llevado al Rey de Reyes y Señor de Señores.

Finalmente un tiempo después alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en tablas. Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina. Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado en él.
Cuando parece que las cosas no van de acuerdo a tus planes, debes saber que siempre Dios tiene un plan para ti.

Isabel Mª Piña Jurado

La isla de los Sentimientos

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, propuso:
Vamos a jugar al escondite.

La intriga levantó la ceja intrigada y la curiosidad, sin poder contenerse preguntó: ¿Al escondite? ¿Cómo es eso? Es un juego -explicó la locura- en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden... y cuando yo haya terminado de contar, al primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.

El entusiasmo bailó contagiado por la euforia.

La alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse: ¿para qué... si al final siempre la hallaban? Y la soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) La cobardía prefirió no arriesgarse.

Uno, dos, tres.... comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fue la pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombras del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, pues cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino... ¡ideal para la belleza!.... que si la hendidura de un árbol... ¡perfecto para la timidez!

.... que si el vuelo de la mariposa.... ¡¡¡lo mejor para la voluptuosidad!!!.... que si una ráfaga de viento.... ¡magnífico para la libertad!... Finalmente terminó por ocultarse en un rayito de sol.El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio... ventilado, cómodo... pero sólo para él.

La mentira se escondió en el fondo de los océanos -mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris- y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvidó dónde se escondió, pero eso no es lo importante.

Cuando la locura contaba 999,999... El amor aún no había encontrado el sitio para esconderse, pues todo se encontraba ya ocupado. Hasta que divisó un rosal y enternecido, decidió esconderse entre sus flores... ¡¡¡Un millón de flores!!! Contó la locura y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue la pereza, a tan sólo tres pasos de una piedra. Después se escuchó a la fe discutiendo con Dios en el cielo, sobre Dogmas.... Y la pasión y el deseo los escucharon en el vibrar de los volcanes. En un descuido... encontró a la envidia y, claro... de ahí pudo deducir dónde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo, pues él solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago, descubrió a la belleza. Con la Duda resultó más fácil todavía,pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de qué lado esconderse
Así fue encontrando a todos: al talento, entre la hierba fresca, a la angustia, en una oscura cueva, a la mentira, detrás del arcoiris -mentira... ella estaba en el fondo del océano- y hasta encontró al olvido, al que ya se le había olvidado que estaban jugando al escondite.

Pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada riachuelo del Planeta, en la cima de las montañas, y... cuando estaba por darse por vencida... divisó un rosal con sus rosas. Tomó una y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto... se escuchó un doloroso grito. Las espinas habían herido en los ojos al amor. La locura no sabía qué hacer para disculparse... Lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces... EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA.


Isabel Mª Piña Jurado

¿Qué es sentirse traicionada?


 Normalmente nos sentimos traicionadas con alguien  que queremos o esperábamos que nos tratara de una manera distinta y no esperaras que esa persona te hiciese daño o te dejase de lado. Sucede con los amigos, los hermanos, la familia… Sin embargo la persona que siempre te han tratado mal, te caerá mal pero nuca te sentirás traicionada por alguien que nuca te a  esperado otra forma de actuar o de tratarte .Nos sucede con la gente que queremos, el mejor remedio para superarlo es perdonar a esa persona porque somos humanos y todos nos equivocamos y no somos perfectos .pude incluso que no te ayas dado cuenta de que abecés tu forma de comportarte le aya afectado alguien y no te hayas  dado cuenta .Tenemos que tener cuidado con lo que decimos porque esas palabras pueden hacer daño y que pueda afectar a alguien masa que ti. Pero si el daño ya esta echo lo que hay que hacer es pedir   perdón y confiar que esa persona te perdone


                    


                                       Marta Franco Pérez

Sonríe

Regala tu sonrisa al mundo, porque si lloras, llorarás sola, pero si ríes el mundo reirá con tigo.
Además, en la vida derramarás muchas lágrimas; haz que sean por motivos que merezcan la pena.
Porque la vida no es vida si no la vives.
Solo si eres capaz de superar los obstáculos que la vida dispone en tu camino llegarás a conseguir el trofeo de la victoria, y entonces habrás ganado.
Por eso siéntete afortunada, porque hoy tienes el sol y mañana no sabes que podrá pasar.
Como dijo una vez una gran escritora:
“Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.”

Así que aprovecha tu vida, ya que solo tienes una. No te quejes de lo que no tienes y alégrate por lo que sí tienes y por lo que algún día tendrás.

Isabel Mª Piña Jurado

martes, 5 de abril de 2011

Los Tres Ancianos

Una mujer de buen corazón salió de su casa y vio sentados frente a su jardín a tres viejos de largas barbas. Apiadada, aunque no los conocía, les dijo: “Parecen cansados y deben tener hambre. Por favor, entren en mi casa y coman algo”. Ellos preguntaron: “¿Está el hombre de la casa?” “No -respondió ella- no está.” “Entonces no podemos entrar” -dijeron ellos.
Al atardecer, cuando el marido llegó, ella le contó lo sucedido. “¡Entonces diles que ya llegué e invítalos a pasar!” -dijo el marido. La mujer salió e invitó a los hombres a entrar a su casa.
“No podemos entrar a una casa los tres juntos”-explicaron los ancianos “¿Por qué?” -quiso saber ella. Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
”Su nombre es Riqueza.” Luego, señaló hacia el otro y dijo: “Su nombre es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve con tu marido y decidid a cuál de nosotros tres deseáis invitar a vuestra casa”.
La mujer entró en su casa y contó a su marido lo que le habían dicho. El hombre se alegró mucho: “¡Excelente! Ya que debemos escoger, invitemos a Riqueza, dejemos que entre y llene nuestra casa de riqueza.” Su esposa no estuvo de acuerdo: “Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito?” La hija del matrimonio escuchaba desde el otro lado de la casa y vino corriendo con una idea: “¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de amor.” “Hagamos caso del consejo de nuestra hija -dijo el esposo a su mujer. Ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped.”
La esposa salió y preguntó a los tres viejos: “¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor, ven- ga y sea nuestro invitado.” Amor se puso de pie y caminó hacia la casa. Los otros dos ancianos también se levantaron y lo siguieron. Sorprendida, la mujer les preguntó: “Yo sólo invité a Amor, ¿por qué también ahora pueden venir ustedes?”
Los viejos respondieron a la vez: “Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos se habrían quedado fuera, pero has invitado a Amor, y donde él va, nosotros vamos con él.“
Donde quiera que hay amor, hay también riqueza y éxito.

                                                                                          Marta Franco Pérez

El Valor de la Amistad

Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron por una tontería, nada importante, enfurecido finalmente uno, le dio una bofetada al otro. Este, ofendido, sin nada más que decir, descendió del camello y arrodillándose en la ardiente arena, escribió con un dedo sobre ella:
“Hoy, mi mejor amigo me abofeteó en el rostro”.
En silencio siguieron adelante hasta llegar a un oasis donde resolvieron bañarse.

El que había sido abofeteado y lastimado se alejó demasiado de la orilla y comenzó a ahogarse, siendo rápidamente salvado por su amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:
“Hoy, mi mejor amigo me salvo la vida”.
Intrigado, su amigo le preguntó:
¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora que te he salvado escribes sobre una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
"Cuando nuestro amigo nos ofende debemos escribirlo en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargan de borrarlo para siempre; mientras que cuando sucede algo grandioso y excepcional tenemos que grabarlo en la memoria de nuestro corazón, donde ningún viento podrá jamás borrarlo".
"Se necesita sólo de un minuto para que te fijes en alguien, una hora para que te guste, un día para quererlo; pero se necesita de toda una vida para mantener este amor".

                                                          Marta Franco Pérez